Estuvimos juntos el tiempo que debíamos estar juntos. El
ciclo de la relación terminó. Los
motivos pueden ser tantos y muy variados (es tema de otra entrada del Blog) pero
nos duele.
En el primer momento, hay reacciones diversas: algunos se
aferran al pasado, otros quieren correr al futuro, el punto es huir de nuestros
sentimientos y pensamientos.
¡Sí! huir. El dolor en
algunos casos llega a sentirse físicamente. Nos devasta arrasando todo
alrededor, muchas veces nos aislamos en el dolor y la rabia. No escuchamos, no
queremos hacerlo, las palabras de consuelo o hacernos ver que es lo que tenía
que pasar nos molestan o no hieren. Queremos gritar a todos y por todo o nos
hundimos en el silencio, se siente un hueco en el pecho y un enorme vacío… si
es la parte que se queda enamorada o herida. No se entienden las razones y
aunque nos den explicaciones no son suficientes para nosotros, de hecho hay que
entender que ninguna explicación es suficiente. Que nos digan algo es menos
doloroso pero no más comprensible.
Usualmente los que se toman el tiempo de tomar la decisión y
la tienen clara, no se sienten así, duele pero no devasta, se siente raro y la
cotidianidad se vuelve extraña pero en definitiva se trabaja por construir algo
positivo. Trabajar el duelo en la relación comenzó mucho tiempo antes para
aquel que está claro que sus esfuerzos o su trabajo en pro de la relación están
agotados y pese al dolor está satisfecho de lo entregado.
En ambos casos se siente dolor, pero no para los dos es
sufrimiento. Cada quien se mueve a su ritmo y con sus características personales
lo maneja de forma particular, pero en ambos casos se siente y duele.
Nos han educado para sentir cada rompimiento amoroso como un
fracaso, nos vemos inundados de frases:
Es cierto, hay mucho recuerdo común, muchas ilusiones que se
desvanecen, proyectos de vida truncados, etc. Pero no significa que el otro
nunca nos quiso, simplemente quiere decir que ya no nos quiere.
El proceso de “hacerse novelas en la cabeza” (de
varias temporadas y variados finales) solamente nos sirve para empeorar nuestro
ánimo y convertirnos en auténticas cargas para nuestras amistades e incluso
para nosotros mismos.
El amor no es eterno, para que el amor perdure
debe de trabajarse en ello, decidir amar es tan importante como la “química que
debe existir entre los miembros de la pareja”, sin esa combinación ninguna relación
puede funcionar.
Que el amor haya abandonado a uno o a ambos en
la relación puede ser un proceso tan sutil que no vemos que ocurre, cuando lo
percibimos el amor y la pasión sucumbieron ante la indiferencia, la rutina, el egoísmo,
la sobre exigencia y una variada gama de problemas.
La rabia es un proceso normal porque nos sentimos
desvalorizados, abandonados e incluso humillados cuando la persona que amamos
se aleja de nosotros, pero el camino a superar el duelo es comenzar a perdonar.
Y la mayoría no estamos dispuestos a hacerlo, confundimos perdón con ir a
hablar con el otro, y no necesariamente es así… el perdón es para estar en paz
con nosotros mismos. Perdonar es dar gracias por el aprendizaje y todo aquello
que el otro nos dio, probablemente en este momento no veamos cosas positivas
pero con el paso del tiempo y al bajar el dolor veremos los aprendizajes.
Algunos pasan años sin superar el duelo por no aceptar que
perdonar al otro es lo mejor, creen que odiar y resentir los vuelve fuertes y más
capaces de salir de la relación, cuando el proceso es absolutamente lo
contrario. Perdonando al otro dejamos espacio para comenzar de nuevo, y eso no
significa que alguien llegue inmediatamente, cada uno tiene su propio ciclo.
Cuando comenzamos a perdonar al otro activamos nuestro
propio proceso de perdón, es este último paso el que nos permite recomenzar.
Perdonar lo que permitimos que pasara: lo que sabíamos que estaba mal pero que en ningún momento quisimos enfrentar por miedo a perder al otro, o porque pensamos que se solucionaría solo. Por aquellas acciones que pudimos haber hecho no hicimos y aquellas que no debíamos de haber realizado. Por aquellos momentos en que no éramos felices y en lugar de buscar soluciones esperamos que el otro simplemente nos hiciera feliz… por desear que el otro nos hiciera feliz y volverlo una obligación, sin aportar nada para que supiera que hacer. Cuando se nos olvida que somos responsables de nuestra felicidad y responsabilizamos al otro de ello. Cuando exigimos tanto que se nos olvida ver lo que recibimos. Y la lista se puede alargar indefinidamente.
Perdonarnos es vaciarnos de aquello que ya es parte del pasado, dejar la lección aprendida en nuestra experiencia y comenzar de nuevo… El amor si es para siempre, (nuestra capacidad de amar esta siempre ahí) lo que pasa es que cambia de destinatario.
Perdonarnos es vaciarnos de aquello que ya es parte del pasado, dejar la lección aprendida en nuestra experiencia y comenzar de nuevo… El amor si es para siempre, (nuestra capacidad de amar esta siempre ahí) lo que pasa es que cambia de destinatario.