domingo, 12 de febrero de 2017

El amor ¿cura?

El amor es maravilloso y terapéutico. El problema es que confundimos al amor con quien lo administra. Cuesta entenderlo y sobretodo aceptar que nuestra persona ideal no es igual a amor… El amor es sentimiento, decisión, emoción, etc.,  no una persona. 


Cuando comprendemos que amar es un proceso que implica, mucho más allá de querer al otro, sentir que lo necesitamos para respirar, vivir y soñar, que amar es más que un quiero estar contigo y sueño con despertar a tu lado y se convierte en una decisión de luchar juntos contra las dificultades, la adversidad, los problemas, los desencuentros, entonces y solamente entonces empezamos a amar.  

La historia de la media naranja, es eso una historia para responsabilizar a otra persona de nuestra vida, felicidad, realización, etc. Somos seres completos y queremos compañía y sin duda apoyo, comprensión, aceptación, etc., sobretodo de la persona que elegimos para acompañarnos a vivir la cotidianidad. 

Hago énfasis en las palabras claves: QUEREMOS y ELEGIMOS, en ambos casos implica decidir de manera libre y voluntaria a la persona con quien vamos a compartir el amor, construirlo día a día y enfrentar los problemas que se presenten.  Eso del amor idealizado como un remanso de paz, plena felicidad para siempre, etc., es una de las visiones más dañinas y disfuncionales del amor. En una relación de pareja hay que estar plenamente consciente de que se debe trabajar para superar los problemas, que la paz requiere acuerdos y respeto a los mismos, que la fidelidad es una decisión personal y mantenerla requiere superar retos y tentaciones, que la sexualidad no es espontanea, sino que debe hablarse, negociarse y comprometerse a mantenerla viva y saludable y un muy largo etcétera.


Lo que difícilmente comprendemos es que amar a otro tiene una condición previa: amarse a uno mismo y poder estar solo. 

Pregunto ¿Para quién amas a tu pareja?, lógica respuesta: Para mí, la amo para estar conmigo, compartir, etc. De acuerdo, ahora evalúa como te tratas a ti mismo, como te cuidas y valoras, etc. Ese es el punto clave, como amamos para nosotros mismos el valor y respeto propio es la base de la forma en que amamos, tratamos y respetamos al otro. La frase bíblica es por mucho la más sabia sobre el amor: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. Solamente en la medida que somos capaces de amarnos desarrollamos la capacidad de amar al otro, si nos aceptamos, valoramos, comprendemos, etc., somos capaces de hacer lo mismo por el otro. 


Ahora, enfoquémonos a entender la capacidad de estar solos. Cuando amar a otro es una decisión de compartir y sobretodo convivir y no una necesidad, el  bienestar del otro es importante, le permito ser y lo impulso a continuar desarrollándose como persona, que el otro sea pleno me hace feliz, y yo también estoy construyendo mi vida y siendo pleno. Ambos somos parte importante en la vida del otro, estamos dispuestos a negociar, cumplir, apoyar, etc., la relación. En resumen, estamos dispuestos a construir la relación, a amarnos y superarnos día a día como pareja. Construir con reciprocidad, ser presencia en la cotidianidad y sobretodo y principalmente a ver la relación como una de las inversiones más importantes de la vida (la otra son los hijos), pregúntate: El punto es que ponemos como socio de vida al otro en algo mucho más importante  que nuestros ahorros, ponemos presente, futuro, economía, sueños, etc. Todo lo que vamos a construir individual, como pareja y familia en manos de una persona dejándonos llevar por la sensación de estar “ilusionados”, por eso el amor para que sea para toda la vida debe ser una decisión. 

¿Le daría todos los ahorros de mi vida a mi pareja para que los invirtiera? Evalúa tu respuesta muy detenidamente: Algunos, lo harían sin evaluar seriamente los pros y contras, lo harías solamente porque lo quieres y te cae bien. Otros, se lo darían con miedo y casi seguro o segura que no hará algo positivo para ambos, etc. Algunas personas, inmediatamente pensaron: NO, jamás. Y hay otras posibilidades. 


El vídeo es  muy realista en la mayoría de aspectos, definitivamente en el entrelineas esta lo mejor del mensaje EL AMOR SE CONSTRUYE DÍA A DÍA, ES UNA DECISIÓN COTIDIANA Y CONSTANTE… 


Por tanto, respondo la pregunta inicial: El amor cura cuando la persona que lo administra entiende que el amor no es solamente una emoción, sino decidir día a día por el otro, con todos sus problemas y con todas sus virtudes. 

martes, 7 de febrero de 2017

VIVIR CON MIEDO

Miedo, tanto miedo a tantas cosas, sobre todo a lo que no conocemos.  Miedo a lo vivido, a que las cosas cambien, pero también a que sigan igual. Miedo a no disfrutar la vida y miedo a tomar riesgo. Así hay muchas cosas que al mismo tiempo nos atraen y les tememos. 



El miedo es parte normal de nuestra vida, es un mecanismo de sobrevivencia, nos alerta de peligros. Bien llevado se llama prudencia. Nos sirve para no asumir riesgos innecesarios, pero al mismo tiempo nos alerta de llevar a cabo las cosas sin reflexión y llevados por nuestros impulso.  Ser prudente es una “necesidad” social para desarrollarnos en los diversos ámbitos de nuestra vida, nos permite respetar al otro y al mismo tiempo nos hace respetarnos. 



Nacemos con miedos instintivos para poder sobrevivir, pero usualmente nos enseñan a qué temer desde nuestra infancia. Posteriormente las experiencias vividas y como las interpretamos van creando nuevos, desechamos algunos y otros se mantienen pese al paso de la experiencia y el conocimiento adquirido.  

Los lemas actuales se centran en enfrente sin miedo, vencer sus miedos, etc. y me parece muy bien, pero suena fácil y no lo es. E incluso muchos aseguran no temer a nada, pero cuando se profundiza en sus vidas personales el miedo está ahí, solo que escondido y agazapado en algún área no visible al mundo; si alguien afirma no haber temido algo nunca, es hora de pensar que hay alguna patología de por medio. 

Claro que hay personas que reconocen que han tenido miedo, eso sí es real y expresan como fue su lucha, e incluso hay quien expresa su deseo por salir de esa situación en la actualidad. Una de las formas más eficaces de superar es enfrentar, si enfrentar, paulatinamente, consciente de los recursos y capacidades que se poseen para hacerlo, teniendo claro que es un proceso en el cual habrá avances y retrocesos y que eso no nos vuelve menos aptos.



De las fobias hablaremos en otro momento, pero hoy nos centraremos en hablar de dos de los temores más frecuentes: el miedo al compromiso, que se expresa más abiertamente, y el temor a la soledad, que se oculta incluso de uno mismo. 

Quitemos el tabú que solamente los hombre temen al compromiso de tener pareja, es cada vez más frecuente escuchar a mujeres decir que no quieren casarse o tener hijos, es perfecto cuando se hace por convicción y enfrentan a las críticas sin temor.  Y lo mismo aplica para muchos hombres.

El temor al compromiso no se basa en ninguna convicción, sino en una emoción surgida  de una experiencia vivida como protagonista u observador cercano. Comprometerse es arriesgarse a sufrir, a exponerse al abandono o bien a las responsabilidades que implica el vínculo. Para vencerlo hay que enfrentar el dolor oculto tras ese rechazo a establecer una relación de pareja, pueden haber sido nuestros padres o una experiencia profundamente dolorosa en nuestra adolescencia o primera juventud, el punto es entender que no somos culpables de lo que paso, en una relación es siempre de dos la responsabilidad. Debemos aprender y superar nuestros errores. NO hay una sola persona que no haya vivido algún problema en el amor.  

El temor a la soledad puede vivirse desde vivencias totalmente diferentes: La primera es el no sentirnos atractivos y tener un historial de inicios de relaciones frustradas en los primero días por problemas     que se consideran absurdos o muy leves. La segunda, el aceptar cualquier persona como pareja antes de sentirnos solos, no amamos al otro, pero estar con compañía se vuelve una necesidad imperiosa que nos hace correr tras el amor.  Una tercera manifestación es el mantenernos en relaciones agotadas, toxicas o poco funcionales con tal de no estar solos.  Y finalmente, aquellos que suelen elegir parejas poco estables y que usualmente temen al compromiso, que van de relación en relación sin construir vínculos. 

Sea cual sea la situación, en el fondo el temor es el de no ser lo suficientemente dignos de ser amados. El sentimiento de ser poco querible se traduce en comportamientos que producen una profecía auto cumplida. En el temor a la soledad se da un fenómeno peculiar, la persona teme estar sola pero con su comportamiento suele alejar a los demás, es tanta su ansiedad y control sobre el otro que termina alejando a quienes ama por su inseguridad. 



Controlar estos miedos es un proceso que implica comenzar aceptando que el temor y la ansiedad no están causados por alguien o algo fuera de ti, sino basados en lo que piensas y sientes de ti mismo: La forma en que te percibes, valoras y sobre todo si te consideras digno de ser amado, apreciado y respetado define tus miedos y actitudes positivas o negativas ante la vida en todos sus aspectos. 

Una vez que tengas claras tus percepciones de ti mismo, debes realizar una “prueba de realidad”, es decir, contrastar lo que las diferentes circunstancias  te demuestran y lo que otras personas comentan sobre ti. Es importante en este punto que no te desvalorices diciendo que lo que ha ocurrido de bueno y positivo por suerte o que lo que te dicen es por lastima o quedar bien. Simplemente comienza por aceptar que así es. 

Observa como en lo anterior empezaste a ver lo negativo y de eso sí te responsabilizaste, esa actitud es la que debes aprender a manejar. La frase LO BUENO ES SUERTE Y LO MALO ES TU CULPA, en todas sus variantes es lo que te hace bajar tu motivación, autoestima y te inclina a acciones negativas. 

Vencer los miedos implica superar esta forma de pensar y empezar a actuar. A medida que actúas vas reforzando lo positivo y acercándote más a controlar tu vida, mejorar tu autoestima y darte cuenta que eres más fuerte que el miedo.