Miedo, tanto miedo a tantas cosas, sobre todo a lo que no
conocemos. Miedo a lo vivido, a que las
cosas cambien, pero también a que sigan igual. Miedo a no disfrutar la vida y
miedo a tomar riesgo. Así hay muchas cosas que al mismo tiempo nos atraen y les
tememos.
Nacemos con miedos instintivos para poder sobrevivir, pero
usualmente nos enseñan a qué temer desde nuestra infancia. Posteriormente las
experiencias vividas y como las interpretamos van creando nuevos, desechamos
algunos y otros se mantienen pese al paso de la experiencia y el conocimiento adquirido.
Los lemas actuales se centran en enfrente sin
miedo, vencer sus miedos, etc. y me parece muy bien, pero suena fácil y no lo
es. E incluso muchos aseguran no temer a nada, pero cuando se profundiza en sus
vidas personales el miedo está ahí, solo que escondido y agazapado en algún
área no visible al mundo; si alguien afirma no haber temido algo nunca, es hora
de pensar que hay alguna patología de por medio.
Claro que hay personas que reconocen que han
tenido miedo, eso sí es real y expresan como fue su lucha, e incluso hay quien
expresa su deseo por salir de esa situación en la actualidad. Una de las formas
más eficaces de superar es enfrentar, si enfrentar, paulatinamente, consciente
de los recursos y capacidades que se poseen para hacerlo, teniendo claro que es
un proceso en el cual habrá avances y retrocesos y que eso no nos vuelve menos
aptos.
De las fobias hablaremos en otro momento, pero hoy nos
centraremos en hablar de dos de los temores más frecuentes: el miedo al
compromiso, que se expresa más abiertamente, y el temor a la soledad, que se
oculta incluso de uno mismo.
Quitemos el tabú que solamente los hombre temen al
compromiso de tener pareja, es cada vez más frecuente escuchar a mujeres decir
que no quieren casarse o tener hijos, es perfecto cuando se hace por convicción
y enfrentan a las críticas sin temor. Y
lo mismo aplica para muchos hombres.
El temor al compromiso no se basa en ninguna
convicción, sino en una emoción surgida
de una experiencia vivida como protagonista u observador cercano.
Comprometerse es arriesgarse a sufrir, a exponerse al abandono o bien a las
responsabilidades que implica el vínculo. Para vencerlo hay que enfrentar el
dolor oculto tras ese rechazo a establecer una relación de pareja, pueden haber
sido nuestros padres o una experiencia profundamente dolorosa en nuestra
adolescencia o primera juventud, el punto es entender que no somos culpables de
lo que paso, en una relación es siempre de dos la responsabilidad. Debemos
aprender y superar nuestros errores. NO hay una sola persona que no haya vivido
algún problema en el amor.
El temor a la soledad puede vivirse desde vivencias
totalmente diferentes: La primera es el no sentirnos atractivos y tener un
historial de inicios de relaciones frustradas en los primero días por problemas
que se consideran absurdos o muy
leves. La segunda, el aceptar cualquier persona como pareja antes de sentirnos
solos, no amamos al otro, pero estar con compañía se vuelve una necesidad
imperiosa que nos hace correr tras el amor. Una tercera manifestación es el mantenernos en
relaciones agotadas, toxicas o poco funcionales con tal de no estar solos. Y finalmente, aquellos que suelen elegir
parejas poco estables y que usualmente temen al compromiso, que van de relación
en relación sin construir vínculos.
Sea cual sea la situación, en el fondo el temor es el de no
ser lo suficientemente dignos de ser amados. El sentimiento de ser poco
querible se traduce en comportamientos que producen una profecía auto cumplida.
En el temor a la soledad se da un fenómeno peculiar, la persona teme estar sola
pero con su comportamiento suele alejar a los demás, es tanta su ansiedad y
control sobre el otro que termina alejando a quienes ama por su inseguridad.
Controlar estos miedos es un proceso que implica comenzar
aceptando que el temor y la ansiedad no están causados por alguien o algo fuera
de ti, sino basados en lo que piensas y sientes de ti mismo: La forma en que te
percibes, valoras y sobre todo si te consideras digno de ser amado, apreciado y
respetado define tus miedos y actitudes positivas o negativas ante la vida en
todos sus aspectos.
Una vez que tengas claras tus percepciones de ti mismo,
debes realizar una “prueba de realidad”, es decir, contrastar lo que las diferentes
circunstancias te demuestran y lo que
otras personas comentan sobre ti. Es importante en este punto que no te
desvalorices diciendo que lo que ha ocurrido de bueno y positivo por suerte o
que lo que te dicen es por lastima o quedar bien. Simplemente comienza por
aceptar que así es.
Observa como en lo anterior empezaste a ver lo negativo y de
eso sí te responsabilizaste, esa actitud es la que debes aprender a manejar. La
frase LO BUENO ES SUERTE Y LO MALO ES TU CULPA, en todas sus variantes es lo
que te hace bajar tu motivación, autoestima y te inclina a acciones negativas.
Vencer los miedos implica superar esta forma de pensar y
empezar a actuar. A medida que actúas vas reforzando lo positivo y acercándote más
a controlar tu vida, mejorar tu autoestima y darte cuenta que eres más fuerte
que el miedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario