lunes, 30 de mayo de 2016

Aprendiendo a soltar... Adiós apego

Miguel Bosé nos canta: Te amare, a golpe de recuerdos… a pesar de todo, por siempre. Te amaré
Es perfectamente comprensible que cuando estamos enamorados, tengamos esa expectativa. Tenemos la idea, aprendida y trasmitida por medios de comunicación, que el amor es  para siempre y que si no es para siempre nunca fue. ¡Qué gran error y cuanto dolor y sufrimiento causa!

Empezamos a creer entonces que el otro es nuestro, el “mi” se vuelve parte básica de la relación. Todo comienza a girar en torno al otro: nuestro mundo se empieza a modificar, Dejamos de hacer algo que nos gusta y ver personas que han sido nuestros amigos o conocidos de mucho tiempo. Poco a poco solo vamos haciendo de la vida de ambos una “verdadera cárcel”. La persona que lo desarrolla empieza a limitarse en sus acciones para tener siempre la oportunidad de decir “yo no hago eso”, “yo cuido de estar siempre pendiente de ti”, etc.




El problema más grave es que esperamos que el otro haga lo mismo que nosotros hacemos, “nos volvemos el parámetro de la justicia e ideal de la relación”. Cuando nuestra pareja demanda los espacios saludables para amigos y familia, incluso el trabajo, inmediatamente el sentimiento de rechazo, la amenaza de abandono y sobretodo la angustia y el “suponer que…” está haciendo algo malo y cuando digo malo, me refiero a lo peor que podemos imaginarnos.


Consecuentemente nuestras reacciones cuando nuestra pareja aparece es un estallido emocional desbordado: estamos reaccionando a nuestra fantasía, a toda la novela en nuestra cabeza. Y el otro no entiende nada, solamente se siente atacado, agobiado y poco a poco asfixiado y decepcionado.




Contrario a lo que queremos hacer estamos matando el amor..


(Continuara)  


3 comentarios: