Cuantos de nosotros al salir de una relación queremos,
desesperadamente, a alguien que nos haga sentir nuevamente amados y valiosos.
Todos tendemos a negarlo, pero aunque sea un amigo en línea con quien hablar
con frecuencia y que nos apoye en todo el proceso hemos tenido, algunos con
menor o mayor carga sexual, otros sin ninguna, solo un romance distante y lleno
de ilusiones.
En el primer tipo, AMBOS están heridos y vienen de relaciones
conflictivas que han causado mucho dolor y daño. Puede ser que uno de ellos
este ya “libre” y el otro se encuentre aun en una relación conflictiva. Cuando
se encuentran hay química instantánea, el que esta aun en la relación toma las
medidas para terminar y la relación literalmente “se come el dolor y la
desesperación por la falta de compañía”, y por un maravilloso instante todo
está bien.
En esta fase “lavan las heridas del otro y aparentemente las sanan”. Se lamen realmente las heridas mutuamente, pero no sanan. Los comportamiento de ambos responden a de “SENTIRSE NECESITADO” y eso me da la falsa seguridad que el otro no se irá.
En el segundo tipo “UN HERIDO Y UN RESCATADOR”, nada más
doloroso que ver a alguien tratando de devolverle al otro la felicidad y la
autoestima que ha perdido. Todo lo que se hace tiene como fin un rescate
simbólico del otro, la relación es un constante “trabajo por y hacia el otro”,
un hacerle sentir lo valioso e importante que es… y jamás se logra realmente.
Igual que en el tipo anterior, el final es “SENTIRSE NECESITADO” y a partir de
esa necesidad, seguro.
En ambos tipos LA DINÁMICA TERMINA IGUAL: una de las partes
quiere tomar el control sobre la otra y guiarle la vida. En la primera, el que
está menos dañado y en la segundo el rescatador.
Lo que comenzó por apoyo y comprensión se transformó en la
idea “NO TE PREOCUPES YO PUEDO ARREGLARTE LA VIDA, DÉJATE GUIAR POR MI”… y
similares pensamientos. En ese momento nos sentimos con el derecho de hacerlo porque
le ayudamos a sobrevivir y en ese proceso nos demostró que comete muchos
errores y ahí estamos para que no vuelva a cometerlos”.
Esa forma de ver al otro no incluye respeto, libertad y mucho
menos tolerancia, sin proponérselo se han vuelto juez y verdugo de la pareja
cuando no hace lo que consideran correcto. Y con ello comienza el quiebre de la
relación. Posteriormente, se presentan los reclamos: “Por él/ella sí hacías…”.
“Con ella/él no te importaba….”, “De ella/él sí estabas enamorado/a porque…”.
Nuestra pareja actual tiene TODOS los datos de nuestra relación anterior, y
aunque enfermiza y disfuncional sirve de parámetro para medir nuestra entrega
actual. Justo lo que queremos ya no hacer nos lo empiezan a exigir como
demostración de amor y entrega”
Las RELACIONES TRAMPOLÍN ayuda a salir del duelo en un
principio, sin duda alguna, pero en la mayoría de los casos nos dejan con la
sensación que hemos fracasado dos veces… al vivir el duelo por la primera
relación nos vemos obligados a soltar esa segunda relación que fracaso,
simplemente, porque es continuación de la primera (por lo explicado en los dos
párrafos anteriores) y debemos sanar.
Usualmente el que se va queda de malo, que no supo aprovechar
la oportunidad de una relación. No es malo simplemente no está listo, y que es una
persona que no alcanzo a ver que se haría y haría más daño.
El rescatador, que usualmente es a quien deben de dejar atrás,
no alcanza a ver sus acciones y actitudes hacia el otro y lo negativas que son
para cualquier relación de pareja. Para el rescatador el otro es un traidor,
que no valoro sus afanes por hacerlo feliz, sin ver que le quitaba libertad y
se sentía irrespetado al ser constantemente señalado como incapaz de
administrar su propia vida.
En resumen, ambas parte salen dañadas pese a lo bien que se
sienten al principio. No se culpe si lo vivió o lo está viviendo. Comencé
diciendo que a todos nos suele pasar así que aprenda la lección que le ofrece
la vida, siga adelante y dese una
segunda oportunidad cuando esté sano de su duelo…