martes, 21 de junio de 2016

RELACIONES TRAMPOLIN

Cuantos de nosotros al salir de una relación queremos, desesperadamente, a alguien que nos haga sentir nuevamente amados y valiosos. Todos tendemos a negarlo, pero aunque sea un amigo en línea con quien hablar con frecuencia y que nos apoye en todo el proceso hemos tenido, algunos con menor o mayor carga sexual, otros sin ninguna, solo un romance distante y lleno de ilusiones.



Las RELACIONES TRAMPOLÍN las buscamos para salir adelante, para que alimenten nuestra autoestima y egos heridos por la ruptura de una relación. Hay dos tipos de relaciones trampolín:


En el primer tipo, AMBOS están heridos y vienen de relaciones conflictivas que han causado mucho dolor y daño. Puede ser que uno de ellos este ya “libre” y el otro se encuentre aun en una relación conflictiva. Cuando se encuentran hay química instantánea, el que esta aun en la relación toma las medidas para terminar y la relación literalmente “se come el dolor y la desesperación por la falta de compañía”, y por un maravilloso instante todo está bien.

 
En esta fase “lavan las heridas del otro y aparentemente las sanan”. Se lamen realmente las heridas mutuamente, pero no sanan. Los comportamiento de ambos responden a de “SENTIRSE NECESITADO” y eso me da la falsa seguridad que el otro no se irá.



En el segundo tipo “UN HERIDO Y UN RESCATADOR”, nada más doloroso que ver a alguien tratando de devolverle al otro la felicidad y la autoestima que ha perdido. Todo lo que se hace tiene como fin un rescate simbólico del otro, la relación es un constante “trabajo por y hacia el otro”, un hacerle sentir lo valioso e importante que es… y jamás se logra realmente. Igual que en el tipo anterior, el final es “SENTIRSE NECESITADO” y a partir de esa necesidad, seguro.



En ambos tipos LA DINÁMICA TERMINA IGUAL: una de las partes quiere tomar el control sobre la otra y guiarle la vida. En la primera, el que está menos dañado y en la segundo el rescatador.

Lo que comenzó por apoyo y comprensión se transformó en la idea “NO TE PREOCUPES YO PUEDO ARREGLARTE LA VIDA, DÉJATE GUIAR POR MI”… y similares pensamientos. En ese momento nos sentimos con el derecho de hacerlo porque le ayudamos a sobrevivir y en ese proceso nos demostró que comete muchos errores y ahí estamos para que no vuelva a cometerlos”.

Esa forma de ver al otro no incluye respeto, libertad y mucho menos tolerancia, sin proponérselo se han vuelto juez y verdugo de la pareja cuando no hace lo que consideran correcto. Y con ello comienza el quiebre de la relación. Posteriormente, se presentan los reclamos: “Por él/ella sí hacías…”. “Con ella/él no te importaba….”, “De ella/él sí estabas enamorado/a porque…”. Nuestra pareja actual tiene TODOS los datos de nuestra relación anterior, y aunque enfermiza y disfuncional sirve de parámetro para medir nuestra entrega actual. Justo lo que queremos ya no hacer nos lo empiezan a exigir como demostración de amor y entrega”

Las RELACIONES TRAMPOLÍN ayuda a salir del duelo en un principio, sin duda alguna, pero en la mayoría de los casos nos dejan con la sensación que hemos fracasado dos veces… al vivir el duelo por la primera relación nos vemos obligados a soltar esa segunda relación que fracaso, simplemente, porque es continuación de la primera (por lo explicado en los dos párrafos anteriores) y debemos sanar.




Usualmente el que se va queda de malo, que no supo aprovechar la oportunidad de una relación. No es malo simplemente no está listo, y que es una persona que no alcanzo a ver que se haría y haría más daño.

El rescatador, que usualmente es a quien deben de dejar atrás, no alcanza a ver sus acciones y actitudes hacia el otro y lo negativas que son para cualquier relación de pareja. Para el rescatador el otro es un traidor, que no valoro sus afanes por hacerlo feliz, sin ver que le quitaba libertad y se sentía irrespetado al ser constantemente señalado como incapaz de administrar su propia vida.

En resumen, ambas parte salen dañadas pese a lo bien que se sienten al principio. No se culpe si lo vivió o lo está viviendo. Comencé diciendo que a todos nos suele pasar así que aprenda la lección que le ofrece la vida, siga adelante  y dese una segunda oportunidad cuando esté sano de su duelo… 

martes, 14 de junio de 2016

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Cuando nos encontramos ante la necesidad de volver a evaluar situaciones del pasado la gran pregunta que acude a nuestra mente es: ¿Vale el riesgo intentar de nuevo?

Sí, esa es la pregunta ¿riesgo?

Cuando hablamos de oportunidades siempre implica evaluar riesgo. Es bueno diferenciar entre peligro y riesgo. El peligro es aquello negativo que en este caso nos puede ocurrir, el riesgo es la probabilidad que tenemos que ocurra. Por tanto, evaluemos riesgos, ¡SIEMPRE!
Hablemos primero de las segundas oportunidades para nosotros mismos, somos más benevolentes con los demás que dárnoslas a nosotros mismos. Cometemos un error y somos tan crueles y déspotas con nosotros como jamás lo seriamos con otros. Nos ponemos la etiqueta de fracaso o “incapaz”.


Se nos olvida que la vida es aprendizaje y que debemos, muchas veces, pasar por la experiencia para volvernos más humanos para juzgar a los demás, a sobretodo crecer como personas. 




Esa es la verdad innegable de la vida: hacer cada vez las cosas mejor. Cuando estamos ante algo nuevo tenemos a veces miedo e inseguridad, aprendemos y seguimos adelante… No se olvide de lo siguiente:



En segundo lugar, darle la oportunidad a alguien es un dilema, una parte de nosotros dice que no, y una pequeña parte, usualmente cargada de ilusiones y esperanzas, grita sí.

Nos da tanto temor dejar ir a alguien que “podría ser la última oportunidad”, “y si ya nadie me hace caso”, “y si nadie más me va a querer”, y un largo etcétera que tiene que ver más con los problemas de autoestima que con lo que objetivamente somos como personas.

O bien, nos da miedo dejar ir a alguien que “tiene remedio solo es cuestión de que aprenda y valore lo que tiene”, “todos nos equivocamos, él o ella van a mejorar, ya vera como le ayudo a que sea mejor persona” y todas las fantasías de rescate asociadas a que somos la salvación de la persona que amamos,  en base a eso le damos no solo la segunda oportunidad sino, “todas las que necesite” asumiendo sus dolorosas consecuencias.

Y finalmente, damos una segunda oportunidad cuando sentimos que nosotros podríamos haber hecho más por la relación y tratamos de arreglar las cosas, generalmente sin resultado positivo. Solo la confirmación que la decisión de terminar la relación fue la correcta, aunque duela.

Sean cual sean nuestras excusas al final, si no trabajamos en una mejoría personal y de pareja, las relaciones terminan por derrumbarse causando mayor daño que el que se sufriría por una salida digna y a tiempo.

Las segundas oportunidades solamente son válidas cuando ambas partes están dispuestas a asumir  errores, decididos a trabajar en pro de solucionar los problemas, y sobre todo cuando ya no hay  deseos de venganzas y ataques de rabia. Solo entonces se da entrada a la comprensión de lo que llevo a la relación a ese punto de daño y dolor, consecuentemente nos perdonamos… entonces, solo entonces estamos listos para reconstruir.

Cuando no debemos dar una segunda oportunidad: CUANDO LA VIOLENCIA LLEGO A LA RELACIÓN, es importante entender que en este caso no se puede dar nuevas oportunidades, la cotidianidad nos demuestra que ésta solamente aumenta. Nos cuesta entender que bajo ninguna circunstancia la violencia es una forma de vida... 




Una excelente herramienta para evaluar nuestras relaciones, independientemente del género es el VIOLENTOMETRO, es parte de poner límites a nosotros mismos y a la persona que amamos… El respeto es parte del amor 


domingo, 12 de junio de 2016

La música y las relaciones de pareja

Cuando no hayamos como expresarnos siempre hay una canción que dice exactamente aquello que sentimos… grita nuestros sentimientos con otra voz.




Nos enamoramos e inmediatamente la música se vuelve parte de TODA LA RELACIÓN, desde el cortejo hasta el gran final. La música nos acompaña cuando andamos felices y cuando el desamor se presenta en nuestra vida.


Para algunos la infidelidad incluye el dedicar la misma canción a otra persona, aunque ya haya terminado la relación… nos duele. Esa canción es parte de nuestros recuerdos y vínculos con el otro, dedicársela a otra persona es decir que siento lo mismo por ella que por ti, y nos quita nuestro sentido de ser únicos y especiales en pareja. 





Incluye las “salsas” y demás géneros “calientes” y llenos de sensualidad que nos sirven para algo más que bailar. Son toda una insinuación o un fondo musical…

Pero realmente detenerse a escuchar que nos dedica nuestra pareja es importante: deténgase en la letra de la canción, búsquela en el Internet y “lea detenidamente” nos da un mensaje muy importante de tener en cuenta:

Arjona… y el que no hay que enamorarse porque vivo el amor del pasado y estoy frustrado con eso (Fuiste tú, pingüinos en la cama, y sigue un listado completo)

Romeo Santos… y al concepto de amor abusivo, disfuncional y que se burla de toda manifestación de amor sin carga de violencia. Y después sufrimos por los chicos malos que canciones como las del autor idealizan.

Adele… el abandono y el amor sufriente, los comentarios llenos de dolor y el arrepentimiento.

Y podemos seguir por cada uno de los géneros del momento. El mensaje está ahí pero no lo escuchamos, simplemente “escuchamos las partes que expresan lo que el que escucha “quiere y le conviene escuchar”. Nadie dice que es malo escucharlo, simplemente que hay que tener claro que es lo que realmente estamos cantando y que dedicamos… algunas personas sí ponemos atención al contenido de las letras, otras las hacen parte de sus pensamientos sin siquiera evaluarlas, pero igualmente nos están educando.
Saber que música gusta a nuestra pareja es siempre un punto de “encuentro” con nuestra pareja, y algo que compartimos y disfrutamos juntos. 




Cuando la relación está comenzando o en su mejor época las canciones nos sirven para expresarnos, escuchar música juntos y compartir el estilo es algo que nos acerca, el problema comienza cuando la relación comienza a tener conflictos: desde las canciones “indirectas” de dolor, enojo, resentimiento, etc. Y nos paseamos por todos los estilos musicales que reflejan los sentimientos del momento.

La música nos acompaña en la vida: su vibración nos toca en todos los aspectos de nuestra vida no solo en el amor de pareja. Pero un punto vital de entender es que debemos elegir que escuchar cuando estamos en la fase del duelo de pareja. Es de todos los momentos de una relación donde más complejo y delicado es el uso que damos a la música.

Cuando estamos tristes por el rompimiento o alejamiento de la pareja estamos viviendo un duelo solemos ponernos a escuchar la música que dedicamos, nos dedicaron, la que asociábamos a diversos momentos, y empezamos a buscar aquella que hoy refleja lo que sentimos… y comenzamos a expresarnos. Perfecto, no hay problema, siempre y cuando eso sea unos tres máximos cinco días. 




Para muchos salir de la etapa inicial de incredulidad y dolor se dificulta por la escucha reiterada y llena de angustia de las canciones que acompañaron la relación a lo largo del tiempo. A más canciones dedicadas mayor se vuelve el dolor, y el vaivén de la esperanza – desilusión.

Hay que cortar de la manera más sana el escuchar una y otra vez las canciones de la relación o las canciones de dolor y despecho. Llega un momento en que la vida y la música nos ofrecen nuevas experiencias y hay que tomarlas con ambas manos… Es bueno quedarse con los aprendizajes que nos ha dejado el amor, pero sobretodo no quedarse en los recuerdos sino volver a crear una nueva historia de amor con su propio fondo musical. 

ACLARO: NO TENGO NADA EN CONTRA DE LA MÚSICA, AL CONTRARIO TENGO MIS PATOLÓGICOS PREFERIDOS Y LOS DISFRUTO A TODO VOLUMEN Y ME HAN ACOMPAÑADO EN LOS DIVERSOS MOMENTOS DE MI VIDA. SIN DUDA ALGUNA, LA MÚSICA ES PARTE DE MI EXISTENCIA… 

domingo, 5 de junio de 2016

Las expectativas en la relación de pareja

Cuantas veces en momentos de dolor y enojo estamos esperando que nuestra pareja aparezca haciendo lo que “necesitamos”, pero hemos sido incapaces en la cotidianidad de informar y sobretodo solicitar “lo que necesitamos” cuando nos sentimos de “X” o “Y” modo. Queremos que por amor el otro adivine nuestros pensamientos, esa falsa y destructiva creencia que simplemente porque nos aman es capaz de adivinarnos el pensamiento constituye una de las “desilusiones” más comunes y una de las formas de ataque más frecuentes a nuestra pareja en una discusión.




 “No me conoces”, ¡Por favor! Sí, no has tomado el tiempo de conversar, de hacerle partícipe de tus gustos, sueños, metas, disgustos y elementos básicos de tu pasado ¿De dónde va obtener la información para responder adecuadamente?



La mezcla letal, si letal, para cualquier relación son las expectativas de adivinación por parte del otro como prueba de amor. Amar se convierte, entonces, en un juego “mágico” en el que nosotros no somos actores responsables de su construcción, sino responsabilidad del otro y de la magia que “debe existir”. La magia existe, claro que existe, en términos de chispazos al conocernos, los pensamientos y sentimientos asociados a esa comunión que vivimos con nuestra pareja en momentos de felicidad pero también de dolor.

La magia se construye a partir de un dialogo abierto y frontal que permite conocerse a sí mismo y conocer al otro.

 La experiencia de parejas funcionales nos dice: Un hombre de casi sesenta años expresa que ellos están más enamorados que el primer día, después de más de tres décadas juntos: cada día me propongo conocerla otra vez, porque la vida la cambia cada día. ¡Bendita sabiduría! Que permite entender que aunque dialoguemos una vez debe ser constante para conocer a nuestra pareja…


Enamórate de ti y luego enamórate de tu pareja, !Cada día!