martes, 14 de junio de 2016

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Cuando nos encontramos ante la necesidad de volver a evaluar situaciones del pasado la gran pregunta que acude a nuestra mente es: ¿Vale el riesgo intentar de nuevo?

Sí, esa es la pregunta ¿riesgo?

Cuando hablamos de oportunidades siempre implica evaluar riesgo. Es bueno diferenciar entre peligro y riesgo. El peligro es aquello negativo que en este caso nos puede ocurrir, el riesgo es la probabilidad que tenemos que ocurra. Por tanto, evaluemos riesgos, ¡SIEMPRE!
Hablemos primero de las segundas oportunidades para nosotros mismos, somos más benevolentes con los demás que dárnoslas a nosotros mismos. Cometemos un error y somos tan crueles y déspotas con nosotros como jamás lo seriamos con otros. Nos ponemos la etiqueta de fracaso o “incapaz”.


Se nos olvida que la vida es aprendizaje y que debemos, muchas veces, pasar por la experiencia para volvernos más humanos para juzgar a los demás, a sobretodo crecer como personas. 




Esa es la verdad innegable de la vida: hacer cada vez las cosas mejor. Cuando estamos ante algo nuevo tenemos a veces miedo e inseguridad, aprendemos y seguimos adelante… No se olvide de lo siguiente:



En segundo lugar, darle la oportunidad a alguien es un dilema, una parte de nosotros dice que no, y una pequeña parte, usualmente cargada de ilusiones y esperanzas, grita sí.

Nos da tanto temor dejar ir a alguien que “podría ser la última oportunidad”, “y si ya nadie me hace caso”, “y si nadie más me va a querer”, y un largo etcétera que tiene que ver más con los problemas de autoestima que con lo que objetivamente somos como personas.

O bien, nos da miedo dejar ir a alguien que “tiene remedio solo es cuestión de que aprenda y valore lo que tiene”, “todos nos equivocamos, él o ella van a mejorar, ya vera como le ayudo a que sea mejor persona” y todas las fantasías de rescate asociadas a que somos la salvación de la persona que amamos,  en base a eso le damos no solo la segunda oportunidad sino, “todas las que necesite” asumiendo sus dolorosas consecuencias.

Y finalmente, damos una segunda oportunidad cuando sentimos que nosotros podríamos haber hecho más por la relación y tratamos de arreglar las cosas, generalmente sin resultado positivo. Solo la confirmación que la decisión de terminar la relación fue la correcta, aunque duela.

Sean cual sean nuestras excusas al final, si no trabajamos en una mejoría personal y de pareja, las relaciones terminan por derrumbarse causando mayor daño que el que se sufriría por una salida digna y a tiempo.

Las segundas oportunidades solamente son válidas cuando ambas partes están dispuestas a asumir  errores, decididos a trabajar en pro de solucionar los problemas, y sobre todo cuando ya no hay  deseos de venganzas y ataques de rabia. Solo entonces se da entrada a la comprensión de lo que llevo a la relación a ese punto de daño y dolor, consecuentemente nos perdonamos… entonces, solo entonces estamos listos para reconstruir.

Cuando no debemos dar una segunda oportunidad: CUANDO LA VIOLENCIA LLEGO A LA RELACIÓN, es importante entender que en este caso no se puede dar nuevas oportunidades, la cotidianidad nos demuestra que ésta solamente aumenta. Nos cuesta entender que bajo ninguna circunstancia la violencia es una forma de vida... 




Una excelente herramienta para evaluar nuestras relaciones, independientemente del género es el VIOLENTOMETRO, es parte de poner límites a nosotros mismos y a la persona que amamos… El respeto es parte del amor 


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