Cuando
nos encontramos ante la necesidad de volver a evaluar situaciones del pasado la
gran pregunta que acude a nuestra mente es: ¿Vale el riesgo intentar de nuevo?
Sí,
esa es la pregunta ¿riesgo?
Cuando
hablamos de oportunidades siempre implica evaluar riesgo. Es bueno diferenciar
entre peligro y riesgo. El peligro es aquello negativo que en este caso nos
puede ocurrir, el riesgo es la probabilidad que tenemos que ocurra. Por tanto,
evaluemos riesgos, ¡SIEMPRE!
Hablemos
primero de las segundas oportunidades para nosotros mismos, somos más
benevolentes con los demás que dárnoslas a nosotros mismos. Cometemos un error
y somos tan crueles y déspotas con nosotros como jamás lo seriamos con otros.
Nos ponemos la etiqueta de fracaso o “incapaz”.
Se
nos olvida que la vida es aprendizaje y que debemos, muchas veces, pasar por la
experiencia para volvernos más humanos para juzgar a los demás, a sobretodo
crecer como personas.
Esa
es la verdad innegable de la vida: hacer cada vez las cosas mejor. Cuando
estamos ante algo nuevo tenemos a veces miedo e inseguridad, aprendemos y
seguimos adelante… No se olvide de lo siguiente:
En
segundo lugar, darle la oportunidad a alguien es un dilema, una parte de nosotros
dice que no, y una pequeña parte, usualmente cargada de ilusiones y esperanzas,
grita sí.
Nos
da tanto temor dejar ir a alguien que “podría ser la última oportunidad”, “y si
ya nadie me hace caso”, “y si nadie más me va a querer”, y un largo etcétera
que tiene que ver más con los problemas de autoestima que con lo que
objetivamente somos como personas.
O
bien, nos da miedo dejar ir a alguien que “tiene remedio solo es cuestión de
que aprenda y valore lo que tiene”, “todos nos equivocamos, él o
ella van a mejorar, ya vera como le ayudo a que sea mejor persona” y todas las
fantasías de rescate asociadas a que somos la salvación de la persona que
amamos, en base a eso le damos no solo
la segunda oportunidad sino, “todas las que necesite” asumiendo sus dolorosas
consecuencias.
Y
finalmente, damos una segunda oportunidad cuando sentimos que nosotros
podríamos haber hecho más por la relación y tratamos de arreglar las cosas,
generalmente sin resultado positivo. Solo la confirmación que la decisión de
terminar la relación fue la correcta, aunque duela.
Sean cual sean nuestras excusas al
final, si no trabajamos en una mejoría personal y de pareja, las relaciones
terminan por derrumbarse causando mayor daño que el que se sufriría por una
salida digna y a tiempo.
Las segundas oportunidades solamente
son válidas cuando ambas partes están dispuestas a asumir errores, decididos a trabajar en pro de solucionar
los problemas, y sobre todo cuando ya no hay deseos de venganzas y ataques de rabia. Solo
entonces se da entrada a la comprensión de lo que llevo a la relación a ese
punto de daño y dolor, consecuentemente nos perdonamos… entonces, solo entonces
estamos listos para reconstruir.
Cuando no debemos dar una
segunda oportunidad: CUANDO LA VIOLENCIA LLEGO A LA RELACIÓN, es importante
entender que en este caso no se puede dar nuevas oportunidades, la cotidianidad
nos demuestra que ésta solamente aumenta. Nos cuesta entender que bajo ninguna circunstancia la violencia es una forma de vida...
Una
excelente herramienta para evaluar nuestras relaciones, independientemente del género
es el VIOLENTOMETRO, es parte de poner límites a nosotros mismos y a la persona
que amamos… El respeto es parte del amor
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