jueves, 1 de diciembre de 2016

PARA GUSTOS, LOS COLORES

Para gusto, los colores. Yo siempre he explicado que cuando elegimos pareja es como entrar a una sorbeteria: a cada uno le gusta una combinación de sabores específicos, en un cono o envase particular, la marca, etc. varía de una persona a otra. Para cada una es la mejor y la correcta… Y está perfecto.

Lo que hay que entender es que no elegimos simplemente porque nos gusta, al contrario nos gusta alguien por miles de motivos de los cuales no tenemos la más mínima idea, que desgraciadamente no siempre son los más sanos y adecuados y la mayoría de las veces son todo lo contrario. No es culpa del amor, ¡que quede muy claro! Sino de nuestras experiencias.




Hay varios elementos a considerar para comprender que hace que una persona se sienta atraída por nosotros, o bien que le seamos atractivos. Todos podemos explicar lo que se siente que alguien nos guste y no ser correspondidos, o no poder sentir atracción por alguien que es “súper bueno y nos conviene”. Muchos incluso llegan a creer que no son atractivos para nadie y otras situaciones que en general afectan nuestra autoestima.

Es innegable que el proceso de elección de pareja tiene una base fisiológica: “hay química o no la hay”. La Química del amor, esa primera fase del proceso de enamoramiento que nos pone la piel de gallina, nos lleva a actuar y tomar decisiones con base a la emoción desbordada y nueva. Es una fase que hay que vivir plenamente, pero que no debe decidir el resto de nuestra vida. La química entre dos personas se mantiene espontáneamente por un tiempo, pero luego debe (sí, debe) trabajarse consciente y constantemente para poder mantener la “llama del amor”. 





Con base a esta “atracción por proximidad” la construcción de una relación pasa como el mantenimiento de la misma  requiere el compartir, “hacer tiempo para nosotros”, etc. Elemento que solemos dejar a la espontaneidad y a “debe nacer” y otros romanticismos que no tienen ningún fundamento más allá del concepto de “amor eterno” que no suelen dar buenos resultados (suelen ser devastadores para uno o para ambos en la relación). 

Es importante aclarar que nuestra elección de pareja tiene que ver con nuestros padres y la relación que hayamos tenido con ellos o las personas que hayan tomado el papel de ellos. En nuestra pareja buscamos todos aquellos elementos que fueron conflicto o difíciles de manejar con las personas significativas de nuestra infancia. Muchas veces creemos que huimos de los problemas en casa pero caemos de la sartén a las brasas, sí nos complicamos, pero tiene solución con la misma pareja (aunque no siempre sea así, siempre hay una excepción en toda regla). No es que sean idénticas, son rasgos los que nos atraen. 

El punto neurálgico es curar nuestra relación con el pasado y aprender a amarnos. Sin duda, un punto complejo de la atracción es que rebasa la “belleza física”.  Hay elementos de nuestra personalidad que definitivamente hacen que seamos “llamativos”, principalmente la seguridad en nosotros mismos. 

Una persona segura atrae porque nos provoca sensación de bienestar por la creación de un ambiente de confianza, sabe lo que quiere y cómo lo quiere.  Esa actitud se lee como fortaleza. 

Pero lo opuesto también es cierto en nuestra sociedad machista, una mujer muy frágil era vista como más atractiva porque “no da problemas”, aunque va disminuyendo esa expectativa y actitud tanto en hombres como mujeres, aún se mantiene en muchas personas. 

Un caso muy particular es el del “chico malo”, usualmente está asociado a un tipo de mujer que sueña con rescatar a un hombre de una situación complicada, difícil y sumamente negativa para la vida de  él (adicciones en general), al final termina desarrollándose una relación insana, dolorosa y llena de conflictos de peleas, reconciliaciones e incluso de violencia. 

El amar a alguien es un proceso que se desarrolla en etapas ordenadas, que muchas veces queremos saltar, la fase inicial es la atracción y aunque su química dura un tiempo es responsabilidad de ambos mantener “la llama de la pasión y la atracción”, requiere una decisión y acción voluntaria para ello. 

Un amor de pareja sin pasión se apaga lentamente, una pasión sin amor dura un instante fugaz” por eso hay que decidir  que debemos “aprender a amar y ser felices con nuestro monstruo, que nos parece tan bello, sexy y atractivo” para seguirlo viendo así…





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