Para gusto, los colores. Yo siempre he explicado que cuando
elegimos pareja es como entrar a una sorbeteria: a cada uno le gusta una combinación
de sabores específicos, en un cono o envase particular, la marca, etc. varía de
una persona a otra. Para cada una es la mejor y la correcta… Y está perfecto.
Lo que hay que entender es que no elegimos simplemente
porque nos gusta, al contrario nos gusta alguien por miles de motivos de los
cuales no tenemos la más mínima idea, que desgraciadamente no siempre son los más
sanos y adecuados y la mayoría de las veces son todo lo contrario. No es culpa
del amor, ¡que quede muy claro! Sino de nuestras experiencias.
Hay varios elementos a considerar para comprender que hace
que una persona se sienta atraída por nosotros, o bien que le seamos
atractivos. Todos podemos explicar lo que se siente que alguien nos guste y no
ser correspondidos, o no poder sentir atracción por alguien que es “súper bueno
y nos conviene”. Muchos incluso llegan a creer que no son atractivos para nadie
y otras situaciones que en general afectan nuestra autoestima.
Es innegable que el proceso de elección de pareja tiene una
base fisiológica: “hay química o no la hay”. La Química del amor, esa primera
fase del proceso de enamoramiento que nos pone la piel de gallina, nos lleva a
actuar y tomar decisiones con base a la emoción desbordada y nueva. Es una fase
que hay que vivir plenamente, pero que no debe decidir el resto de nuestra
vida. La química entre dos personas se mantiene espontáneamente por un tiempo, pero
luego debe (sí, debe) trabajarse consciente y constantemente para poder
mantener la “llama del amor”.
Con base a esta “atracción por proximidad” la construcción de
una relación pasa como el mantenimiento de la misma requiere el compartir, “hacer tiempo para
nosotros”, etc. Elemento que solemos dejar a la espontaneidad y a “debe nacer”
y otros romanticismos que no tienen ningún fundamento más allá del concepto de “amor
eterno” que no suelen dar buenos resultados (suelen ser devastadores para uno o
para ambos en la relación).
Es importante aclarar que nuestra elección de
pareja tiene que ver con nuestros padres y la relación que hayamos tenido con
ellos o las personas que hayan tomado el papel de ellos. En nuestra pareja
buscamos todos aquellos elementos que fueron conflicto o difíciles de manejar
con las personas significativas de nuestra infancia. Muchas veces creemos que
huimos de los problemas en casa pero caemos de la sartén a las brasas, sí nos
complicamos, pero tiene solución con la misma pareja (aunque no siempre sea así,
siempre hay una excepción en toda regla). No es que sean idénticas, son rasgos
los que nos atraen.
El punto neurálgico es curar nuestra relación con el pasado
y aprender a amarnos. Sin duda, un punto complejo de la atracción es que rebasa la
“belleza física”. Hay elementos de
nuestra personalidad que definitivamente hacen que seamos “llamativos”,
principalmente la seguridad en nosotros mismos.
Una
persona segura atrae porque nos provoca sensación de bienestar por la creación de
un ambiente de confianza, sabe lo que quiere y cómo lo quiere. Esa actitud se lee como fortaleza.
Pero lo opuesto también es cierto en nuestra
sociedad machista, una mujer muy frágil era vista como más atractiva porque “no
da problemas”, aunque va disminuyendo esa expectativa y actitud tanto en
hombres como mujeres, aún se mantiene en muchas personas.
Un caso muy particular es el del “chico malo”,
usualmente está asociado a un tipo de mujer que sueña con rescatar a un hombre
de una situación complicada, difícil y sumamente negativa para la vida de él (adicciones en general), al final termina desarrollándose
una relación insana, dolorosa y llena de conflictos de peleas, reconciliaciones
e incluso de violencia.
El amar a alguien es un proceso que se desarrolla en etapas
ordenadas, que muchas veces queremos saltar, la fase inicial es la atracción y
aunque su química dura un tiempo es responsabilidad de ambos mantener “la llama
de la pasión y la atracción”, requiere una decisión y acción voluntaria para
ello.
Un amor de pareja sin pasión se apaga lentamente, una pasión
sin amor dura un instante fugaz” por eso hay que decidir que debemos “aprender a amar y ser felices
con nuestro monstruo, que nos parece tan bello, sexy y atractivo” para seguirlo
viendo así…
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