Fin de año, como toda etapa que llega a
su final es sinónimo de evaluación y muchas veces cierre de ciclos.
¿Realmente somos objetivos al evaluarnos?,
¿Nos aplicamos las normas y criterios de la misma forma que la aplicaríamos a
los demás?
Solemos
ser más amables cuando evaluamos a otros que al hacerlo con nosotros mismos. Por
un lado, nuestra necesidad de “ser buenos o los mejores” o cuando menos
sentirnos aceptado, nuestra visión de lo que es éxito, felicidad, etc., y
nuestra autoestima y valía.
Me encanta esa frase: aprendemos de
nuestros errores, hay un ciclo que debemos terminar y otro que debemos comenzar.
El aprendizaje que nuestros errores es bueno y sin duda indispensable para
crecer y desarrollarnos como personas en todos los aspectos de nuestra vida.
Pero se nos olvida el detalle que cambia todo el panorama de evaluación:
evaluamos desde el hoy una acción o decisión del ayer, cuando toda la información
que poseemos es producto de las consecuencias de lo que hicimos y que, por
ende, no conocíamos cuanto debíamos actuar o decidir. El nuevo estándar es
exactamente eso “el aprendizaje o la lección de vida” en aquel momento tomamos
la mejor decisión o el curso de acción que evaluamos como la mejor opción, o la
que teníamos más al acceso. Error o no, es lo que hoy es y somos más sabios.
Pero ser claros en que es un constante
reconocernos para aprender y seguir adelante sin estar con la constante culpa
por el pasado; lo vivido sirve para aprender pero no debe ser nuestra carga o
excusa para inmovilizarnos. Perdonar es tan difícil sobre todo si debemos perdonarnos (por ello es importante lo
mencionado al principio, no evaluar el ayer desde el aprendizaje del hoy para
culparnos), las lecciones aprendidas nos hacen mejores personas y ser quien hoy
somos.
Pero cuando es una persona la que a veces
debemos dejar atrás ¡Duele!, nuestro proyecto de vida, nuestra fantasía, etc. Claro
que duele, siempre duele… el dolor es parte de crecer pero debemos ser lo más
realistas posibles ¡seguir ahí, duele más!, lo que suele ocurrir es nos hemos creído
que ese sufrimiento es dolor que la costumbre nos genera culpa y muchas veces
terminando sintiéndonos responsables de la felicidad del otro pese a nuestro
dolor… que al final termina siendo dolor de ambos e incluso rencores y odios.
Cortar a tiempo es amor.
Hay lecciones que aprender del Año Viejo:
que todo error sirve para aprender, pero para ello hay que evaluarnos
objetivamente y sobretodo estar dispuesto a aprender que al asumir nuestros
errores le quitamos poder a otros de manipularnos.
Hermosa Reflexion Licenciada Weil. Namasté
ResponderEliminarTia maggie gusto en saludarla, me encanta escucharla en la radio y leer su pagina, sus consejos me sirven de mucho.
ResponderEliminarFeliz año. Bendiciones.
Como puedo hacer para comunicarme con usted, pues vivo fuera de mi querido El Salvador.