martes, 31 de enero de 2017

CONVIVIENDO CON UNA PERSONA CON DEPRESIÓN

Para la persona que vive la depresión es un infierno, para quienes viven y comparten es también una situación confusa, extraña e incluso, enloquecedora. Vivir con alguien que padece depresión es difícil y cuando no se sabe qué está pasando es más complicado aún, sobretodo porque muchas veces se  trata mal al otro o se le exigen cosas que no puede hacer, cuando se han agotado conversaciones que no llegaron a nada, porque por mucho que se quiso acercar se terminaron sintiendo rechazados. Miles de sentimientos y pensamientos que no se logran ordenar y entender. Duele ver al otro así y no  se sabe qué hacer o cómo.


Empecemos por clarificar la depresión, la mayoría suele confundirla con tristeza, otros con el proceso de duelo, otros con estar sin energías o ver la vida negativamente; sí incluye mucho de eso pero es mucho, pero mucho, más… Vea este vídeo es realmente aleccionador para todos:



La depresión se vuelve un problema familiar donde todos aquellos que conviven  con la persona se ven afectados, cuesta entender y sobretodo cuesta vivir así, queriendo hacer algo por alguien que no acepta ayuda, que no está consciente de lo que está haciendo, aunque sabe que  algo no está bien.

 Hay muchos signos y síntomas en la depresión  solamente pueden ser observados por la persona que la padece, por tanto, aquí solamente se enlistan los que logra ver quien convive con alguno de ellos: 

Se aísla en su mundo. Si le preguntan qué  ocurre o siente: “no pasa nada” pero las cosas van cambiando paulatinamente y no para mejorar.


Cambios de humor extremo. Un día anda triste y la siguiente de mal humor, a veces pareciera que todo está bien nuevamente y a la menor cosa estalla en enojo, que no logra entenderse, y de ahí al llanto.  

Cambia su forma de alimentarse. O empieza a perder peso significativamente o lo gana. Su gusto se inclina a comer o beber alimentos dulces (en las primeras etapas), posteriormente deja de comer. Puede comenzar a realizar ingesta alcohólica o auto recetarse con vitaminas u otros medicamentos. 

Se expresa negativamente de todo. Prácticamente no hay manera de que algo les agrade y cuando le agrada una vez a la siguiente les es repulsivo o les enoja. Por mucho esfuerzo que  se haga en agradarles no es suficiente.  

 Se vuelven egoístas. NO porque lo disfruten o quieran venganza simplemente no pueden ser empáticos con los demás y sus necesidades.

Su mundo se vuelve cada vez más negro.  El proceso de pensamiento poco a poco los encierra en una percepción de la vida y su pasado muy negativa, y el futuro comienza a desaparecer. No lo mencionan o evaden el tema.

Se descalifican en todo lo que hacen: son malos estudiantes, malas parejas, malos trabajadores, etc. Por muchas pruebas que se les proporcione de que no es así.

Su vida sexual no es gratificante y paulatinamente deja de ser importante hasta desaparecer. 

Entre otras cosas, es importante que las personas que conviven con un depresivo NO LO ETIQUETEN de loco, enfermo, etc. La persona es diferente a su enfermedad, al igualarlos nuestro comportamiento hacia ellos cambia y empeora su condición. Es alguien con depresión no un ser depresivo, por favor el enfoque es vital para el manejo adecuado de la enfermedad. La consigna es YO NO SOY MI ENFERMEDAD y por tanto puede trabajar para mejorar.


Lo más importante es estar conscientes que necesitamos ayuda como pareja, como padres, hijos o familia para comprender y apoyar. NO es adecuado culparnos por lo que les ocurre o responsabilizarnos por sacarlos adelante, al final la decisión es personal, nuestro acompañamiento es parte del amor que sentimos hacia ellos. 

lunes, 30 de enero de 2017

LA GENERACIÓN BLANDA

No es que sean malas personas ni siquiera se cuestionan si lo son, básicamente ellos son personas educadas con el lineamiento: LO MEJOR DE LO MEJOR PARA MI HIJO, NO PUEDE NI DEBE FALTARLE NADA. 

La premisa anterior podría no tener ningún problema si se uniera a disciplina, orden, motivación y propósitos, pero no es así. Para ellos todo debe ser fácil,  llegar porque sí. El esfuerzo y la dedicación que debe acompañar el enfrentar las dificultades de la cotidianidad es un detonante de malestar e incomodidad, incluso de abandono constante de las actividades, aduciendo aburrimiento e incluso decepción, pero realmente es no querer hacerlo y muchas veces, la incapacidad de hacerlo. La secuela de la sobreprotección paterna los vuelve poco capaces de enfrentar y resolver un problema cotidiano en la escuela y fuera de casa. 

La sobreprotección paterna produce fragilidad en su carácter a la hora de superar las situaciones con acciones reparadoras o bien optar por salidas alternas, enfrentar la vida se vuelve un problema serio y para alguno sumamente difícil de superar, con tal de no vivir el fracaso son capaces de mentir, falsear información, etc. (es la generación de la corta y pega, el hacer Bullying para que otro haga mi trabajo, etc.) 

Tanto les dicen “no viviste lo que yo viví”, pero no están permitiendo que vivan lo que deben de vivir ellos. No permitir que nuestros hijos enfrenten sus problemas no los hace más felices, sino todo lo contrario, a mediano plazo se vuelven personas con problemas de indefensión: no saben ni cómo, ni de quién defendernos o pedir apoyo o consejo. Todo aquello que con los problemas del colegio y los amigos no es aprendido, los vuelve torpes o incapaces de ver opciones para solucionar. 

La generación blanda no acepta discursos y no suele tomar partido, para ellos estar de acuerdo con todo y aceptar todo es parte de no complicarse. Como valor y principio la apertura a todos es buena, el problema es que no está sustentada realmente en análisis y convicciones, sino en comodidad y evitar confrontar. Los nuevos valores emergentes son adecuados cuando parte de cuestionamientos y dan paso a la equidad, con la igualdad como utopía.

NO es que todo sea malo, definitivamente su capacidad de manejar la tecnología y aplicarla para hacer una vida mucho más fácil es sin duda un atributo de esta generación. La tecnología se ha vuelto parte de su existencia y no pueden estar sin ella. ¡Y está bien! Pero hay que dar el uso adecuado a esta forma de vida, facilitar acceso al conocimiento y mantenerse unido a los demás es importante en las nuevas espacios del conocimiento, pero ¡no para vivir ahí!  


Definitivamente los padres somos responsables, muchos delegamos a la computadora el entretenimiento e incluso la compañía durante muchas horas, pero la brecha generacional a muchos les ha ganado la partida, aunque parezca muy graciosa la imagen siguiente describe a reacción de esta generación blanda a sus padres: 


Aislados, sin vínculos afectivos, totalmente tecnologizados y con pocas capacidades de socializar. Contrario a lo que piensan los padres, no viven comunicándose con otros, no interactúan más allá del entorno virtual. Esta generación es individualista y poco o nada orientada a la empatía, pueden apoyar cibernéticamente pero no harán acciones más allá de esas. Aislados en su mundo virtual el trabajo en equipo, la solidaridad, empatía, entre otras no se desarrollan consecuentemente se vuelven inseguros, disfrutan poco o nada de la convivencia social. Tener lo que necesitan para continuar en su mundo virtual y lograr una vida tranquila en la red es más que suficiente para ellos.

 

Pareciera que en nuestro país, otros elementos se conjugan para hacer de la generación blanda una realidad más compleja, de la que hablaremos próximamente







martes, 17 de enero de 2017

INSEGURIDAD Y OTROS DEMONIOS… EN LAS REDES SOCIALES

¿Qué es la inseguridad? Es un sentimiento de estar constantemente en riesgo de ser dañado; es creer que estamos en peligro permanente. La inseguridad emocional es desencadenada por la percepción de sentirnos vulnerables, poco dignos de amor e incluso vivir con el pensamiento permanente de que nos dejaran, nos traicionaran o no somos suficiente para la persona que está a nuestro lado.  

Las redes sociales han puesto la inseguridad a un nuevo nivel: han subido el nivel de vulnerabilidad y sin duda alguna hacen estragos en la autoestima, la autoimagen y la valía personal. En todas ellas los like son traducidos como la aceptación de otros y no solamente de nuestras parejas, sino en general del mundo. Pero cuando el mundo nos aplaude y no nuestra pareja, el golpe es mucho mayor.  

Los psicólogos, consejeros y demás personas que trabajamos en los servicios de salud mental orientamos a que una persona no exponga su vida en las redes sociales, que tenga claro que lo que se expone está en posición de ser juzgado positiva o negativamente ante el mundo y que ello no implica que sea bueno o malo, pero la mayoría de personas no lo ve de esa manera. El fenómeno es complejo  y empeora. 


Algunas acciones que suelen realizarse en relación a las redes sociales que nos dan inseguridad:

Revisar el muro del FB, el Instagram o el Twitter  desde el principio hasta el final. Recuerde lo que no fue en su año, no le hizo daño.

Entrar con los mensajes privados y leerlos (incluso los de hace años) de cualquier red. 

Revisar todos los like de su pareja, ver quien es la persona con todo el detalle que la privacidad permite y hacerse novelas en la cabeza. Esto incluye los like de hace meses e incluso años en los que no se conocían. 

Está hablando con usted y cae un mensaje,  automáticamente pensar o decir ¿de quién es ese mensaje?, ¿para qué le estarán escribiendo? 

Estar pendiente del tiempo que está en línea, contabilizar las veces que entra y sale de línea y no responde nuestro mensaje.

Verificar la hora de la última conexión, de tu pareja, cada noche y ver en la mañana si es la misma o se conectó más tarde.

Y la fatídica lista puede continuar de acuerdo a la creatividad de cada persona… y el inseguro o insegura no se queda ahí, usualmente hace lo mismo con amistades y familia. A estas últimas en menor grado, pero si hay elementos de observación y control con la mayoría de personas.

La situación de inseguridad se detona aún más cuando la pareja está a la par de nosotros: la intensidad de la luz de pantalla, la cantidad de mensajes que caen y no ve o responde, si nos deja ver o no la pantalla, que si pone o no en silencio los mensajes, si hay conversaciones archivadas, que si borra mensajes, etc.

Sin pretenderlo muchas veces nosotros fomentamos que nuestra pareja la inseguridad por no poner los límites claros desde el principio, sino intentar ponerlos cuando ya se puede interpretar de la manera siguiente; ¿Aquí que pasa? Siempre deberíamos tener claro que los límites en una relación son parte de una relación saludable y de amor a nosotros mismos y a la pareja. Permite tener un espacio de privacidad  que toda persona necesita. Es bueno compartir, pero debemos aprender a estar solos para que el otro sea alguien que agrega a la relación, no una necesidad que nos desestabiliza si no está “incondicionalmente” (no existe la persona totalmente incondicional, aunque aparenten serlo).

Para ganar seguridad en su pareja aprenda a no necesitar la información y a separar lo que hizo con lo que hace, a no necesitar controlar porque la comunicación es tan clara que sabe que no oculta pero tampoco reporta (el reportar el peligroso ya que implica el derecho a pedir reporte).

Cuando su pareja le ofrezca darle contraseñas y demás claves tenga por seguro que se las pedirá a usted y las usara… sin duda las usara. La persona insegura suele ofrecer toda la seguridad del mundo y no ponerle límites a su privacidad, esa ofrenda de amor es una trampa mortal donde a usted le van a exigir lo mismo para que demuestre amor. Peligrosa trampa, porque al final se asfixia al otro y se siente rechazo y dolor ante sus necesidades de espacio y tiempo… Amar es un compromiso y una decisión no una pérdida de autonomía y libertad.


Trate de mejorar su seguridad emocional:

La seguridad en la pareja parte de una premisa básica: Te amo para mí. Lo que significa: te amo tanto como puedo amarme a mí mismo. Sentirse una persona amable (que puede ser amada) en básico para poder sentirse segura en pareja.

No se compare con nadie, somos maravillosamente diferentes. Nadie es mejor o peor simplemente tenemos diversos modos de ser, características distintas. Valemos lo mismo, solo no somos iguales.      

Deje de compararse con las ex de su pareja, no ganara nada más que una baja autoestima, simplemente piense que si las dejo fue por algo… y que no tiene que saber porque, no debe darle lo que ellos o ellas no les dieron, simplemente sea usted.

Confié en usted y su capacidad de ser amado: enliste las cosas positivas que tiene y valórelo. Aprenda a creer que es capaz.

No coloque una relación en redes sociales hasta que hayan pasado unos tres meses o bien hayan superado el primer problema serio. 

No haga de investigador con las redes sociales de su pareja, al final es una imagen que se quiere proyectar no lo que la persona es… a veces las apariencias engañan en este punto. 


No cree perfiles falsos para vigilar a su pareja, eso solamente lo hace sufrir  y desarrolla más inseguridad.

Finalmente, deje de publicar en las redes sociales su vida de pareja, detalle a detalla, simplemente disfrútela y hágala crecer.

















-